La Criptografía y la socioeconomía se dieron el «Sí quiero» oficiados por el enigmático Satoshi-Nakamoto, y así entrelazaron sus destinos para siempre jamás, trayendo al mundo toda una prole de disruptivas innovaciones, con múltiples y grandes ventajas, y alguna desventaja que no es precisamente despreciable.
Pero ahora a la feliz pareja se une un tercer miembro constitutivo, para hacer del dúo un trío en lo que acuñaremos como bio-cripto-economía. Aunque, como todo psicólogo bien sabe, esos tríos a menudo acaban «como el rosario de la Aurora», y ésta no tiene porqué ser una excepción. Y es que tras ese tercer «Bio» sí que se esconden ya serias y múltiples amenazas, que proyectan una sombra muy alargada y ciertamente inquietante.
Desde la cripto-burbuja al desierto de Nevada, la cripto-economía vino para instalarse en nuestra vida y ya no irse
Desde estas líneas hemos escrito largo y tendido sobre cripto-economía, a veces sobre temas altamente técnicos, otras veces sobre temas puramente económicos, en un terreno especialmente propicio para la inevitable fusión entre tecnología, economía y sociedad. Y es que lo cripto lo tiene todo de esa terna tan futurista, y que conste que decimos esto desde aquí a sabiendas, y habiéndoles advertido como les advertimos ante aquella cripto-burbuja que se acabó por demostrar cierta, terminando por explotarles a los inversores en la cara como siempre acaba por hacer toda burbuja. Igualmente, incluso tras aquella lamentable cripto-burbuja, desde aquí hemos hecho todo un alarde de cripto-optimismo (sin caer en ser cripto-desaforados), y les hemos afirmado sin ninguna duda que la cripto-economía había llegado para quedarse, y que seguía teniendo mucho futuro por delante.
Un buen ejemplo de ese futuro que les hemos analizado en el pasado es la ciudad que están construyendo en medio del desierto de Nevada y cuya actividad socioeconómica estará denominada íntegra y nativamente en Bitcoins). Y ya la mejor demostración que podíamos tener de que el futuro monetario se escribe a base de unos y ceros es que países como Suecia ya han anunciado su propia cripto-moneda nacional, adelantándose al propio BCE. Por fin cierran así ese enorme hueco que desde aquí tanto denunciamos, por el que inconcebiblemente no había todavía ningún tipo de regulación de las cripto-monedas por parte de los principales Bancos Centrales del mundo, a pesar de que el cripto-mercado estaba al rojo vivo por entonces. Por último, otra prueba de que la cripto-economía sigue muy viva es cómo recientemente los jugadores tradicionales de medios de pago han sacado una nueva y revolucionaria tarjeta, que entre otras innovaciones le permitirá pagar con una tarjeta al uso a cargo directamente de sus cripto-ahorros, pero ya en todos los comercios que acepten una simple Visa.
Entrando en temas de cripto-energía, igualmente reseñable es el disruptivo (en su momento) análisis que les trajimos, cuando (casi) nadie hablaba de ello, sobre Bitcoin y su derrochador modelo a base de consumir energía innecesariamente, en lo que era un modelo de prueba de trabajo con energía (PoW o “Proof-of-Work” por sus siglas en inglés) que siempre sostuvimos que era un error de diseño, aunque hay que admitir que es un punto algo comprensible, cuando lo que hizo Satoshi Nakamoto fue literalmente inventar el futuro. Y de hecho, nuestro trasgresor análisis se demostró cierto cuando en la comunidad Bitcoin se pusieron manos a la obra para tratar de encontrar modelos de prueba de trabajo alternativos u otros modelos de otro tipo, algo que también se daba ya desde hace algún tiempo en Ethereum u otras altcoins. Con ello pretendían por fin evitar que Bitcoin fuese una máquina de desperdiciar (innecesariamente) energía, algo especialmente grave en la época del cambio climático y de esa lucha por el medioambiente que el ser humano está perdiendo vergonzosa y (algo) dirigidamente.
El tema de la energía ha sido siempre el punto débil de Bitcoin, y una posible solución puede estar en nuestro yo catódico
Pero energía y Bitcoin han sido un complicado dueto de digerir para nuestro sistema energético-económico, habiendo llegado incluso a ser Bitcoin prohibida en algunos lugares por este motivo, y lo más complicado del tema viene especialmente para una cripto-moneda como Bitcoin que aspiraba (y aspira) a convertirse en moneda de adopción masiva. Un extremo que, de haber ocurrido ya en el pasado antes de corregir su despilfarro energético, habría supuesto todo un desastre medioambiental de proporciones incalculables. Tal vez fuese en realidad una suerte que Bitcoin no llegase a arrasar como medio de pago masivo de primeras antes de que el ecosistema estuviese verdaderamente preparado, y que así la comunidad haya tenido la esencial opción de mejorar su diseño para mejorarlo y, entre otras mejoras, hacerlo también más sostenible. Afortunadamente, como Bitcoin al fin y al cabo es un software, ya hay opciones sobre la mesa que se han conseguido en no demasiado tiempo, y Bitcoin y las altcoins están hoy mucho mejor preparadas energéticamente para afrontar ese futuro que les pertenece, y en el que podrán convertirse masivamente en dinero en circulación sin impactos inasumibles (al menos que conozcamos a día de hoy).
Pero hablando de energía, hay un extremo que ha quedado mayormente inexplorado hasta el momento. La noticia a mí personalmente me llegó hace algún tiempo por vía de uno de esos grandes amigos con los que un servidor tiene la suerte de contar en sus círculos personales, y que comparten con uno mismo una sana curiosidad, mezclada con una positiva inquietud tecnológico-económica, además de una cautelosa ambición de prepararse para ese futuro que siempre está viniendo. Y esa noticia es disruptiva a más no poder, porque se trata de que ya hay grandes tecnológicas patentando fórmulas y técnicas para que sean nuestros propios cuerpos los que puedan hacer “minado” de cripto-monedas. Ahí es nada.
En concreto ha sido el gigante Microsoft el que ha dado “la campanada” con sus nuevas patentes de lo que podemos acuñar aquí como “bio-cripto-economía”. El sistema patentado en cuestión se basa en un nuevo cripto-sistema basado en la actividad biológica humana, entre la que se monitorizan y explotan cripto-económicamente las ondas cerebrales y el calor corporal, así como otras señales y emisiones biológicas. Estas señales y emisiones serían (en principio) objeto de explotación cuando el sujeto haga uso de servicios o aplicaciones online (u offline), como por ejemplo una búsqueda online, cuando esté leyendo banners y anuncios, o cuando interactúe con chatbots. Es en ese momento cuando el sistema implantado en su cuerpo le ayudaría a resolver de forma inconsciente los retos de dificultad computacional en los que se basa todo minado, y que casi siempre pasan por algoritmos criptográficos de alta complejidad a la hora de ser resueltos.
El tema es que la actividad biológica del usuario sería utilizada como esa Prueba de Trabajo que citábamos antes, y de una manera y otra es clave para el “minado” de cripto-monedas como Bitcoin. Además, la patente va a por todas, y es de ámbito mundial, habiendo sido solicitada y concedida por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Entre los dispositivos de medición y monitorización de la actividad corporal de este sistema, la patente incluye las imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) obtenidas mediante escáneres y sensores, incluyendo sensores de Electroencefalograma (EEG), sensores espectroscópicos de infrarrojos (NIRS), así como pulsómetros, sensores térmicos, sensores ópticos, sensores de radiofrecuencia (RF), sensores ultrasónicos, cámaras, o en general cualquier otro sensor o escáner que permita de uno u otro modo medir y monitorizar cualquier tipo de actividad biológica. Decíamos que este sistema entraría en funcionamiento cuando el usuario utilizase algún servicio online, del que podrá disfrutar gratuitamente (total o parcialmente) a cambio de ceder momentáneamente su capacidad de generación de cripto-monedas al servicio en cuestión y a través del sistema ahora patentado por Microsoft.
Como pueden ver, las posibilidades que abre este nuevo sistema son abismales, como abismales son también sus potenciales amenazas. Y es que ya no es sólo que pueda haber terceros que de forma inconsciente para nosotros se nos adueñen del potencial criptográfico-lógico de nuestro cuerpo físico para usarlo para quién sabe qué, en vez de que su destinatario sea lo que nosotros hayamos decidido y por lo que, de una manera u otra, tendremos que pagar a pesar de haber sufrido una interposición fraudulenta. Es que además que todos acabemos llevando implantado un sistema así multiplica infinitamente las posibilidades invasivas de la tecnología sobre nuestro cuerpo, sobre nuestra mente, y sobre nuestra vida tanto virtual como física: no olviden que muy probablemente acabaremos llevando implantado uno de estos sistemas, y que será potencialmente capaz de medirnos las ondas cerebrales, y por tanto en un futuro (aún lejano) incluso hasta nuestros propios pensamientos.
Con todo ello, este sistema se debe enmarcar en lo que sería un inquietante paso a caballo entre la distopía más inquietante, y la innovación más disruptora. Nuestros cuerpos podrán ser concebidos y explotados como máquinas de generar dinero tomando como base última nuestro metabolismo y nuestra combustión celular, que es el origen verdadero de toda esa actividad biológica humana que será explotada. Igual a ustedes este extremo les parece que era totalmente inesperado e imposible de anticipar, pero lo cierto es que ciertos analistas como el que suscribe ya escribimos en el pasado acerca de ello (aunque fuese con cierta dosis de economía-ficción), a colación de las ingentes cantidades de energía que otra tecnología como la Inteligencia Artificial requiere para entrenar sus mentes sintéticas. Y en aquel momento ya les expusimos el metabolismo humano como una solución infinitamente más eficiente que el mix energético de nuestros sistemas eléctricos a la hora de ser utilizado como un mero sistema de producción energética.
Pero el problema ya no es tanto el “cómo” sino más bien el “para quién”… la eterna pregunta que envuelve a todo sistema socioeconómico
Y aquí topamos ya en el análisis de hoy una vez más con la eterna piedra (o más bien “pedrusco”) de todo sistema socioeconómico que pueda tener agentes socioeconómicos humanos de por medio. El gran problema de la humanidad en clave salmón es la (des)naturaleza de algunos, que no dudan en hacer de la ambición y de la avaricia su principal razón de ser y de concepción de su particular éxito personal, y el cual a menudo acaban canalizando hacia alguna siniestra forma de acabar apropiándose extractivamente de los recursos monetarios y el valor que generan otros. De hecho, la misma cripto-burbuja que les citaba antes, ha sido otro de esos sonrrojantes casos de alzamiento anti-ético y (casi) apropiación indebida de valor por parte de terceros oportunistas sin escrúpulos, puesto que esta burbuja ahora se sabe que fue manipulada y dirigida por una única mano fuerte del cripto-sistema, y cuya identidad todavía está por saber para su propia vergüenza: el anonimato es lo que tiene, que a veces cataliza que la gente se actúe todavía peor en los mercados que cuando hay transparencia, luz y taquígrafos.
Ésa es ni más ni menos la parte más censurable y recurrente de la Historia Económica, por la cual desde la “bartola”unos tratan de vivir a costa de otros, y que tiene su igualmente censurable vertiente más sistémica en esa regla de oro por la que siempre les digo que es una máxima que toda superpotencia siempre aspira a dominar el mundo, y a vivir a costa de terceros países. Trabajar es duro, y algunos execrablemente tratan de vadear su esfuerzo personal con el “ocurrente” atajo de hacer que otros trabajen por ellos, y ellos limitarse a dedicarse simplemente a políticas extractivas que ordeñen en su favor cualquier sistema que la humanidad acabe por implantar. Es un problema tan eterno como connatural al ser humano: nunca nunca nunca nos libraremos de él, salvo en caso de que… haya seres sintéticos que ni sientan ni padezcan cuando otros les exploten para beneficio propio, y del cual es parte aquella innovadora propuesta que fuimos los primeros en traerles como primicia desde estas líneas de que los robots paguen cotizaciones sociales, y que además sería también una solución de futuro para el inabordable tema de la insostenibilidad de las pensiones.
Pero hoy parece ser que la realidad que se nos desvela por capítulos discurre por otros derroteros paralelos (que no incompatibles), y es que serían los humanos los que con su metabolismo generarían onerosos beneficios económicos para terceros. ¡Por qué limitarse a explotar socioeconómicamente sólo a los robots, cuando por la misma ambición el lado oscuro del hackitivismo y de la socioeconomía puede explotar también humanos! Y como otra demostración más de que en este enigmático mundo en el que vivimos hay muchas distopías de ficción que sorprendentemente se acaban haciendo realidad ante nuestros atónitos ojos, debo recordarles que la futurista cinta de The Matrix tenía un guión en el que ya se relataba cómo un super-sistema informático controlaba lo que parecía un mundo real, pero que en realidad sólo era producto de una inconmensurable simulación digital. En el pasado ya hemos fantaseado también con cómo un sistema así no tendría precio como macro-sistema de simulación socioeconómica. Pero la clave es que ese sistema usaba los cuerpos de esos humanos que vivían en la simulación para generar físicamente energía con sus energéticamente muy eficientes metabolismos biológicos, algo muy en sintonía con las posibilidades que abre esta patente de Microsoft (por mucho que a esta tecnología le quede un rato para poder llegar a ser ”implementable” técnicamente). ¡Pero es que este vertiginoso mundo nuestro experimenta una progresión tecnológica tan exponencial que el futuro lejano muchas veces se convierte en mañana por la mañana!
Y además, con cripto-monedas con Prueba de Trabajo como Bitcoin, realmente es análogo que los humanos generemos, bien energia, bien tokens de cripto-divisas. Así que saluden a Neo y Trinity, y sobre todo cuídense del agente Smith, que a buen seguro les perseguirá bajo su sombría forma digital de unos y ceros para arrebatarles todo el cripto-dinero. Aquí ya no es cuestión de elegir entre la pastilla roja o la pastilla azul: el riesgo puede acabar siendo que no te ofrezcan ninguna pastilla, y que lo que tu cuerpo sea capaz de generar también se lo lleven. Nunca antes el ser humano fue en mayor medida una máquina de generar dinero, puesto que ahora promete serlo por partida doble: con el fruto del sudor de su frente, y con el fruto de su metabolismo, todo bien sintetizadito en valiosos unos y ceros en forma de tokens. Y como siempre algunos ya se están frotando las manos mirándonos con avaricia para ver cuál es la mejor forma de explotarnos. Humano o máquina, o tal vez seres híbridados a medio caminio entre persona y robot, en cualquier caso lo cierto es que corremos el riesgo real de que la única diferencia acabe siendo la consciencia, y llegados a ese extremo, tal vez ésa acabe siendo incluso una de nuestras principales desventajas frente a los seres sintéticos e híbridos, que ni sientan, ni piensen conscientemente, pero sobre todo no sufran si les someten y/o les arrebatan su cripto-producción. Aquel «We are the robots» de Kraftwerk puede estar más cerca de lo que sospechamos… Cualquier día lo estamos cantando nosotros como metálica banda sonora enlatada de nuestra propia vida…
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La noticia
Y llega la bio-cripto-economía, con patentes de grandes tecnológicas para que tu cuerpo haga ‘minado’ de cripto-monedas
fue publicada originalmente en
El Blog Salmón
por
DerBlaueMond
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