Trump llegó al poder con un discurso fuerte de recuperar la producción local, los empleos perdidos por una clase media que trabajaba en fábricas y que se lanzó a votarle en masa. Y la fórmula que propuso para lograr que volviera la fabricación a EEUU era poner aranceles a la gran fábrica del mundo, China.
Ya han pasado cuatros años desde aquella subida de aranceles y dos años del posterior acuerdo. Ya se pueden ver los efectos económicos que han tenido. Y, la verdad, si el fin podía llegar a ser razonable, los medios no han podido ser peores. Los efectos de estos aranceles han sido los contrarios a los deseados.
Superávit comercial de China con EEUU, en récord
Lo primero, uno de los objetivos que tenía Trump con estos aranceles era que se redujera el superávit comercial de China con EEUU. Es decir, que se nivelara la balanza y que tanto EEUU comprar menos a China como que China comprara más a EEUU.
Sin embargo, a pesar de que en los acuerdos se fijó que China tenía que comprar 200.000 millones de productos extra a EEUU, la cifra real ha sido cero. Nada. No solo no ha comprado este extra sino que realmente está comprando menos que antes del acuerdo.
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Y la lección es que poner en un acuerdo algo que no depende de los firmantes (pues al final son las empresas privadas las que compran productos) no es una buena idea. Ya en su día se dijo que esta parte era difícilmente implementable y finalmente, eso sí, con una pandemia inexistente en el momento de la firma, así ha sido.
Los efectos reales de los aranceles
Pero quizá esta no es la parte más grave de todo ello. Lo peor es que la idea de Trump era que subir los aranceles haría que los productos chinos fueran más caros y saliera a cuenta a muchas empresas traer la producción de vuelta. Sin embargo se olvidaron de los efectos de segundo orden.
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China es la gran fábrica de mundo. Y no solo para productos consumidos por el público final, sino también de productos intermedios. Bienes que se necesitan para realizar el producto final.
Al subir los aranceles los productores de EEUU vieron como se incrementaban sus costes y se hacían menos competitivos frente a la producción de otros países. Y las represalias de China, con sus propios aranceles, hicieron que el consumo de los chinos de productos americanos (sobre todo productos agrícolas) se redujeran, buscando alternativas de otros países.
¿Conclusión? La industria americana ha perdido en competitividad frente a otros países; las exportaciones agrícolas a China se redujeron. Y China ha tenido récord de superávit comercial con EEUU.
La conclusión de todo esto es que los problemas complejos tienen soluciones complejas, y el primer populista que dice que lo va a arreglar con unos cuantos tweets polémicos y una guerra comercial seguramente esté mintiendo (aunque se lo crea).
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La noticia
Los aranceles que puso Trump a China para potenciar la fabricación local… han conseguido el efecto contrario
fue publicada originalmente en
El Blog Salmón
por
Alejandro Nieto González
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