La historia económica de Argentina durante el siglo XX y parte del XXI nos muestra un relato negro, de cómo una tierra de oportunidades a principios del siglo consiguió echarse a perder. Justo antes de la Primera Guerra Mundial, su economía podía presumir de solvencia y una tasa de crecimiento económico medio del 6% durante los últimos 35 años.
Argentina podía verse como una economía avanzada en esos años, por detrás de las economías inglesas (Estados Unidos, Reino Unido y Australia) pero por delante de economías europeas como la italiana, la francesa y la alemana. Argentina se posiciona entre los mejores. Su renta per cápita ajustada a la capacidad de compra era el 92% del promedio de las 16 economías más avanzadas del mundo.
Su economía era fuerte y atractiva. Se caracterizada por una apertura económica que daba la bienvenida a la entrada de capitales y dominó la expansión de las exportaciones de productos primarios (cereales, carne, lana y cuero) que impulsó un rápido crecimiento económico y era un polo de atracción de inmigrantes europeos.
Para hacernos una idea de su fortaleza económica, si en esos años Francia tenía una renta per cápita de 3.452 dólares, Argentina alcanzaba los 3.797 dólares, es decir, un 10% superior.
Traducido a nuestros días, en 2018 Francia presentó una renta per cápita en paridad de compra de 46.360 dólares, por lo que Argentina, siguiendo la relación pasada, podría alcanzar los 46.823 dólares pero no, se quedó únicamente en 19.870 dólares, un 58% por debajo, lo que nos da una idea del declive experimentado en un siglo. Si miramos la misma relación con las actuales 16 economías avanzadas se queda un 42% por debajo.
La pregunta que nos viene a la cabeza es cómo se ha conseguido semejante destrozo económico en poco más de un siglo.
Argentina por tratar de proteger la agricultura hundió el progreso
Anteriormente a 1914, la economía argentina era plenamente abierta, la relación entre sus exportaciones y sus importaciones superaba el 50% de su PIB durante el período anterior a la Primera Guerra Mundial, pero disminuyó durante los años de entreguerras (de aproximadamente un 45% a un 20%) y prácticamente no superó el 25% después de 1945.
Aquí surgieron dos problemas. El primero es que hubo una clara interrupción del comercio global fruto de la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión, un hecho del todo ajeno al país. Pero hay que añadir un factor interno importante: el nacimiento de unas políticas proteccionistas por parte de los sucesivos gobiernos argentinos, que más adelante se consolidaba con el peronismo.
Ese proteccionismo fue un error, tenía una economía fuerte pero necesitaba avanzar y la economía no se diversificó. Si anteriormente a la década de los años veinte el grado de aranceles (relación entre los ingresos por impuestos de importación y el valor de las importaciones) se encontraba por debajo del 10%, en los años duros de la Gran Depresión elevó los aranceles de importación de un promedio de 16,7% en 1930 a 28,7% en 1933.
Argentina veía cómo en los sucesivos años se forjó una relación decreciente entre su apertura comercial y el PIB que puede reflejar la falta de diversificación de la agricultura y el agotamiento de la frontera agrícola por las dificultades añadidas para la explotación de nuevas tierras.
Ese proteccionismo, que a mediados de la década de los años cuarenta fue instutionalizado a través del peronismo, suponía poner palos a las ruedas para el crecimiento de la productividad agrícola y el modelo de sustitución de importaciones fracasó en impulsar el crecimiento de la productividad en la industria. Por ello, Argentina no pudo crecer, se quedó rezagada.
Salvando momentos puntuales, desde Perón se marcó una tendencia proteccionista que se trató de corregir en algunos gobiernos sin mucho éxito. La idea era sencilla: no hay que importar, deben ser los argentinos quiénes produzcan esos productos que demandan al exterior.
Por lo tanto, se fraguó una estrategia de desarrollo interno y la industrialización por sustitución de importaciones. El problema es que a medida que incorporaban aranceles que encarecian los productos externos, nació una industria de baja productividad, el mismo bien adquirido al exterior era mucho más caro si lo producían los propios argentinos.
La prueba más palpable es el crecimiento de la produchividad industrial. En Argentina, la productividad industrial (medida como producción bruta por trabajador industrial) se incrementó a un ritmo del 2,6%, en promedio, entre 1946 y 1963 y luego descendió a una tasa anual del 0,5% entre 1963 y 1974. En contraste, la vecina Brasil creció a una tasa anual de 5,2% entre 1945 y 1979.
Entre los años 1945 a 1975 -período que en Argentina comienza con el primer gobierno del presidente Perón y termina con el golpe militar que puso fin al tercer gobierno del Partido Peronista- Argentina pasó de una renta per cápita en paridad compra equivalente al 67% de la de Estados Unidos a una del 49%.
Argentina y la debilidad institucional Comprar reseñas Google
Argentina no ha presentado especialmente una estabilidad institucional. Su historia después de la Primera Guerra Mundial está plagada de golpes militares e instituciones extractivas.
Si hablamos de golpes militares, el primero llegó en 1930, otros siguieron en 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Las elecciones de 1989 marcó la primera vez en más de 60 años que un presidente civil entregó el poder a un sucesor electo. Es difícil atraer y concentrar inversiones si estás cerrando la economía y, a su vez, se producen constantes interrupciones en las instituciones de una país.
Como ejemplo, de la debilidad institucional tenemos que la Corte Suprema ha sido reformada varias veces desde que Perón en 1946. Los presidentes tienen la costumbre de modificar la constitución para permitirles cumplir más mandatos y forjarse en el cargo a medida que se creaban instituciones extractivas y se vulneraban cada vez más los derechos de propiedad.
Esa vulnerabilidad se ha mantenido hasta nuestros días. Recordemos el caso de Repsol que ostentaba la participación en YPF, una petrolera argentina, y fue nacionalizada en 2012.
Repsol YPF sale del capital de YPF
Tanto en periodos democráticos como en dictadura, Argentina se ha caracterizado por el uso y abuso de la deuda, por lo que no son unas instituciones fiables para prestar los ahorros. El proceso ha sido siempre parecido, déficits generados hasta tal punto de demandar financiación en dólares por la falta credibilidad institucional, imprimir moneda para pagar, la devaluación del peso argentino y la generación de crisis cambiarias con una respuesta inflacionanista la economía y una cadena de impagos a la deuda.
Argentina, carecía de unas reglas fiscales. Por ello, entre 1960 a 2018 observó un déficit fiscal crónico promedio de 4,4% de su PIB, mientras que la tasa de crecimiento promedio solo era del 2,4%, en igual periodo. La diferencia se cubrió sistemáticamente monetizando el déficit fiscal, generando la esencia misma de la inflación crónica de los últimos 70 años.
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Argentina, de la superpotencia a principios del siglo XX a una economía estancada y con problemas crónicos
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El Blog Salmón
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Marc Fortuño de Comprar reseñas Google
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