Un grupo de científicos de la Universidad Smithsonian y Duke descubrieron que algunos peces de las profundidades abisales del océano absorben el 99,5% de toda la luz que los golpea, técnica que les permite ocultarse de forma eficiente, dotándolos prácticamente del aspecto de siluetas. Hasta ahora, la técnica se ha encontrado en 16 especies diferentes, relacionadas de forma distante.
Las especies comparten rasgos: todos estos animales viven a profundidades oceánicas por debajo de los 200 metros, en la oscuridad abisal fuera del alcance de la luz solar. Algunos especímenes se han adaptado a este entorno produciendo su propia luz, llamada bioluminiscencia, que puede usarse para atraer alimentos o parejas, o para iluminar a los depredadores y las presas que se esconden en la oscuridad.
Mientras, otros animales se alían con la penumbra para sobrevivir, absorbiendo casi todos los fotones de luz. El equipo encontró evidencia del mecanismo que funciona para ayudar a los peces tanto para comer como para no ser comidos. El análisis describe una cresta ultra negra que usa su camuflaje para evitar la depredación, y como último recurso, sus escamas desmontables pueden dejarla escapar si la agarran.
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Entre las especies que engullen la luz que les llega, destaca el dragón negro del Pacífico, una criatura de aspecto temible que combina la piel ultra negra con un señuelo bioluminiscente. De esa manera, su propia luz no se refleja en su piel para ahuyentar a las presas. Incluso su afilada dentadura es transparente y antirreflectante.
Para investigar exactamente cómo los peces logran absorber la luz de manera tan efectiva, el equipo examinó de cerca los especímenes criados desde las profundidades de las redes de arrastre. Los resultados arrojaron que el secreto reside en la melanina, un pigmento absorbente de luz que también oscurece naturalmente la piel humana.
Estas especies de peces cuentan con elevadísimos niveles de melanina en su piel, organizada de forma particular. Las células pigmentarias están formadas por compartimentos densamente llamados melanosomas, que desperdician muy poca luz gracias a su tamaño, forma y posición. Lo que no absorben, lo desvían a otros melanosomas. Dicho de otro modo, estos inteligentes peces han creado “una trampa de luz delgadísima y ultra eficiente”.
El mismo principio general se aplica a otros materiales ultra negros, tanto naturales como artificiales, pero es en estos peces donde funciona de forma más eficiente. Entre los ejemplos restantes encontramos algunas aves con plumas extremadamente negras, que contrastan con los colores vibrantes para atraer parejas. La superficie de estas plumas está formada por estructuras microscópicas en forma de cepillo de botella, que dispersan la luz entre ellas. En el campo de los materiales sintéticos, donde destacan variedades como el Vantablack, estos pueden dispersar la luz entre los nanotubos de carbono.
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El sistema a base de melanina utilizado por los peces es mucho más pequeño y más sencillo a nivel mecánico, el cual podría inspirar el diseño de futuros materiales negros más baratos, duraderos y económicos. “Se trata del único sistema que conocemos que utiliza el pigmento mismo para controlar cualquier luz inicialmente no absorbida”, apunta Karen Osborn, investigadora principal del estudio. La experta señala que en lugar de construir algún tipo de estructura que atrape la luz, se debería intentar que el pigmento absorbente tenga el tamaño y la forma correctos, con el fin de reducir la fragilidad y conseguir la misma absorción potencialmente mucho más barata.
La investigación fue publicada en la revista Current Biology.
Imágenes | Karen Osborn, Smithsonian Institution
Fuente | New Atlas