El hecho de cambiar de sistema operativo sin duda es un gran reto para cualquier persona. Ya sea en el ámbito de la telefonía (el clásico cambio de iOS a Android, o viceversa) y también en el de los ordenadores. Es justamente a este último al que me he tenido que volver a enfrentar tras dos años usando un ordenador de sobremesa Windows, y pasar ahora nuevamente a macOS con un MacBook Air.