Inicio la presente entrada justo en el momento en que España entra en su sexta y presumiblemente última prórroga del estado de alarma. El coronavirus sigue su curso asimétrico de desarrollo global, expandiéndose en algunos países mientras retrocede o desaparece en otros. En el camino, 7 millones de casos confirmados y más de 400.000 fallecidos, superando los 27.000 en España según cifras oficiales, aunque cualquier analista sensato entiende que son muchos más.
Este nuevo artículo de mi «serie pandémica» pretende ser una continuación de la entrega anterior, dedicada a las tendencias globales que trae consigo la mal llamada nueva normalidad. Como apuntaba entonces, tales tendencias van acompañadas también de riesgos de todo tipo. Algunos son emergentes e inherentes a la nueva coyuntura, otros, viejos conocidos con perfil renovado. Hoy nos centraremos en los más relevantes e inmedatos. Ser conscientes de ellos puede ayudarnos a navegar por la mar gruesa e incierta de nuestra realidad actual. Como apuntó en su día la Almirante Grace Murray Hopper, un barco en el puerto es seguro, pero no es para eso para lo que se construyen las naves. Hay que navegar en el mar y hacer cosas nuevas. Y nos va a tocar hacer muchas en los tiempos que vienen.