Los ricos se hartan de soportar tipos negativos, y pasan a la acción

Los ricos se hartan de soportar tipos negativos, y pasan a la acción

Actualmente nuestras socioeconomías siguen inmersas en una fase monetaria caracterizada por seguir narcotizando a los agentes económicos, tratando de barrer debajo de la alfombra las abisales e insostenibles asimetrías que dejó tras de sí la funesta Gran Recesión (pasaremos un necesario velo por la relajación monetaria adoptada recientemente para combatir la crisis del Coronavirus, para cuya gestión ya hemos aportado desde aquí nuestras recetas económicas). Esto sigue siendo un tema sistémico a más no poder, por mucho que haya quedado «camuflado de lagarterana» simulando el discurrir de un nuevo ciclo económico que en realidad sólo ha sido una segunda fase del fin del anterior, que fue más bien un cierre en falso.

Una de aquellas asimetrías que nos han quedado en el ficticio mar de monetaria tranquilidad, en el que nos han sumergido a base de liquidez, han sido los generalizados pero anómalos tipos cero o incluso negativos, esos gracias a los cuales invertir y arriesgar su dinero puede llegar a costarle al inversor parte del capital invertido como norma pre-establecida. Pero el capital no entiende de anomalías, ni de errores sistémicos, ni tan siquiera de espíritu de sacrificio por el bien común. El capital, por su propia naturaleza, eenteniende sólo de retorno de la inversión, y su paciencia se ha acabado. Los ricos ya están hartos de los tipos negativos, no llevan intención de seguir soportándolos pasivamente, y están pasando a la acción: las consecuencias de sus movimientos de dinero pueden acabar afectándonos a todos de un modo u otro.


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