Los Millennials ponen en jaque a la FED e inutilizarán sus armas anti-crisis

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Los Millennials ponen en jaque a la FED e inutilizarán sus armas anti-crisis

Los “Millennials” son una generación que ha llegado para poner “patas arriba” la mercadotecnia y el marketing más tradicional, diferenciándose claramente respecto a otros grupos de población. Los “Millennials” han forzado a no pocas empresas a reinventarse y transformarse o morir, y al reinventarse les exigen un foco especialmente tecnológico, una mayor sencillez de uso, así como la adopción de “otros” valores más sociales y menos económicos.

Pero hay otra vertiente de los patrones de comportamiento de esta disruptiva generación, y es la que se refiere a sus hábitos financieros. Aquí ya no se trata únicamente de que hayan cambiado la forma en la que las empresas deben diseñar y dirigirles sus productos y servicios, sino que los “Millennials” y sus nuevas formas de entender la vida y las finanzas corren el riesgo de desactivar las propias armas macro-económicas de la FED, obligando también a esta institución y a otras a reinventarse.


Los “Millennials”, una generación atípica y disruptiva en lo económico y lo social

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Los sociólogos denominan “Generación Millennial” a esa generación nacida entre la década de los años 80 y el cambio de milenio, siendo una generación especialmente importante actualmente por tratarse de las nueva generación que ya está incorporándose masivamente al mercado como adultos. Pero la generación “Millennial” ha marcado un claro antes y un después en lo que a patrones de consumo se refiere. Este cambio en sus preferencias de productos y servicios, en realidad tan sólo refleja un cambio de mentalidad, por el que sus valores y lo que exigen a las empresas a las que compran, son algo que ha cambiado sensiblemente respecto a generaciones anteriores como los “Baby Boomers”, a los que, por cierto, califican con cierto desdén como unos simples “Boomers” que les huelen a ese rancio con el que toda nueva generación suele ver a sus antecesores.

No es la primera vez que desde estas líneas les analizamos algún tema relacionado con esos disruptivos “Millenials”. En el pasado ya les escribimos sobre cómo esta generación estaba revolucionando el panorama empresarial a gran escala, y cómo las empresas que no estaban siendo capaces de verlo a tiempo estaban siendo abocadas a una inevitable defunción empresarial. Entonces ya pusimos de relieve que, en los últimos tiempos, los expertos en marketing y mercadotécnica consideraban a los “Millenials” como una generación más bien revolucionaria, y que se estaba demostrando trasgresora también por su mentalidad. Hasta hace unos meses simplemente se creía que esta generación dejaba de consumir ciertos productos y servicios por sus convicciones, cuando la realidad ha demostrado que realmente lo hacían por motivos radicalmente distintos.

Y es que las conclusiones que arrojaban en aquel análisis nuevos datos y estadísticas revelaron cómo la realidad “Millennial”, que aparecía bajo la superficie en cuanto la economía “ha rascado” un poco bajo sus apariencias más superficiales, ha sido mucho más sencilla que la complejidad generacional que se presuponía hasta ahora. Los “Millennials” parece ser que un nuevo estudio revela que siguen siendo una nueva generación de consumidores natos, lo que les diferenciaba más claramente no era que quisiesen consumir menos, sino que no tenían tanta capacidad de hacerlo como sus predecesores: según nuevos estudios, lo que verdaderamente estaría afectando a estos jóvenes era su menor poder adquisitivo.

Pero sea por lo que fuere, el hecho innegable es que esta generación es distinta al menos en lo que a su práctica consumidora se refiere, y como tal esto tiene un importante impacto en cómo las empresas venden sus productos e incluso en qué productos venden. Pero la cosa no se queda ahí, y esa micro-economía empresarial acaba teniendo una fuerte componente macro-económica que no puede ser ignorada por ningún político, empresario, ni dirigente… Ni tampoco por ninguna autoridad económica que se precie.

Pero ahora los “Millennials” se demuestran atípicos y disruptivos también en lo financiero

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El también hecho es que las instituciones de primer nivel tampoco pueden ser ajenas a estos cambios socioecómicos generacionales traídos por esta última hornada de ciudadanos adultos, e instituciones como la propia Reserva Federal deberían ir tomando buena nota del mundo que viene y que ya empieza a estar aquí. Así la FED debe tener en cuenta las nuevas “peculiariadaes” de los “Millennials”, a fin de poder transformar su arsenal de armas económicas y que éste siga siendo efectivo, ya que a menudo desde la institución deben recurrir a él y utilizarlo para combatir las crisis y controlar los booms. Y lo mismo aplica para cualquier otro banco central con “Millennials” entre sus ciudadanos.

Hace unas semanas, Business Insider ya nos hizo una síntesis de esas diferencias que marcan los “Millennials” bajo el prisma más financiero. La primera de esas diferencias resulta obvia para cualquiera, y que se trata de la primera generación ya tecnológicamente nativa. No es ya que los “Millennials” hayan adquirido capacidades y destrezas tecnológicas con su formación y desempeño profesional: es que son una generación que mayormente ha bebido de la tecnología desde bastante pequeños, en un proceso que se ha vuelto todavía más acentuado en generaciones posteriores, para las cuales ahora se difuminan fuertemente los límites entre dónde empieza su mundo social físico y el virtual. Así, lo “Millenials” ni conciben tener que ir a una sucursal bancaria a hacer una gestión habitual, y les encantan los nuevos servicios financieros, los bots que te resuelven preguntas, y cualquier otra novedad tecnológica que despliegue su banco y que les aporte una dosis de disruptiva innovación y el servicio que necesitan.

Como también destacaba Business Insider, otra característica de esta generación es que no tienen muchos conocimientos financieros. Según el estudio de PriceWaterHouseCoopers que citan (enlace aquí), sólo un 24% de los “Millennials” tienen conocimientos financieros básicos, y un exiguo 8% los tienen avanzados. Esto obviamente requiere un nuevo enfoque no sólo en la complejidad de los productos financieros que han de ofrecérseles, sino también en la propia forma de dirigirse a ellos a la hora de prestarles servicios financieros y ofrecerles productos bancarios y de inversión. Resulta obvio que, con esta generación, las entidades deben redoblar sus esfuerzos por aportar información sencilla, transparente, y asequible para no entendidos, además obviamente de ofrecer más productos y más sencillos y cotidianos, que aporten soluciones para necesidades financieras más del día a día, y menos de alta especialización como era el valor añadido de bastantes entidades financieras hasta hace unos lustros.

Huelga decir en este punto para divulgadores vocacionales sobre temas económicos, como somos en estas líneas, que también desde aquí deberemos redoblar nuestra capacidad didáctica y de explicar con palabras sencillas temas económicos que, inevitablemente, a veces tienen su inevitable complejidad. Así que, por favor, los más entendidos deberán tener algo de paciencia y a veces leer transversalmente algunos párrafos que para otros son esenciales. Aquí ineludiblemente nos debemos a nuestros lectores, pero a todos ellos en su conjunto, por lo que no podemos hacer otra cosa más que adaptar nuestros análisis para que aporten a un conjunto de lectores cuanto más grande mejor: nuestro cometido más vocacional es divulgar al público más amplio posible. Y esto debemos hacerlo especialmente como nexo a la otra característica que atribuía el enlace anterior a los “Millennials”: presentan una insatisfacción generalizada con su situación económica, lo cual no hace sino confirmar las tesis de nuestro análisis anterior sobre esta generación.

Otros puntos que caracterizan a esta generación es tener un mayor sobre-endeudamiento, lo cual es una peligrosa práctica ante un futuro siempre incierto, y en el cual nunca sabremos la evolución futura de la política monetaria, o de nuestra situación financiera o laboral en particular. Ello les lleva inevitablemente a lo que Business Insider denominaba como una mayor fragilidad financiera, puesto que tienen evidentemente mucha menor capacidad (y previsión) para afrontar futuros envites económicos, de esos que siempre nos aguardan, o una simple hipoteca para la compra de una vivienda habitual (como ya les analizamos también desde aquí).

Estos factores del último párrafo no son ni mucho menos menores, sino que pueden estar íntimamente relacionado con otros aspectos socioeconómicos muy relevantes, como que las generaciones más jóvenes están políticamente muy polarizadas a los extremos (una forma categórica como otra cualquier de encajar su gran inquietud ante el futuro), y que además suicidamente ya valoran cada vez menos el sistema de libertades democrático, lo cual sería un resultado obvio de esa polarización. Y estos dos últimos puntos no auguran nada bueno de cara al largo plazo de nuestras socioeconomías y nuestro bienestar en el sentido más pleno: a lo largo de la Historia, las sociedades occidentales han demostrado que no acaban de poder ser felices sin un sistema de libertades que se precie. Una lección que las generaciones más jóvenes van olvidando, y que les costará sangre, sudor y lágrimas volver a aprender por sí mismas.

Así la FED y otros Bancos Centrales deberían tomar buena nota para mantener la eficacia de sus armas económicas más potentes

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Y una vez vistas las diferencias que presentan los “Millennials” en el plano financiero, vamos a entrar ya en qué suponen esta para las políticas con las que cuenta la FED para combatir las crisis que sobrevengan (incluida la crisis que ya el Coronavirus nos ha puesto encima, y ante la que fuimos de los primeros medios en advertirles). Hace unas semanas, el New York Times ya nos sacaba a la palestra este tema de los “Millennials” y la FED, que resulta crucial para nuestras socioeconomías del futuro. Uno de los puntos que más destacaba este reputado medio es que esta generación ponía como una de sus metas en la vida retirarse pronto de la vida laboral. A falta de que se demuestre que esto les pueda acabar siendo posible cuando lleguen a la cincuentena (una cosa son los planes, y otra lo que tengas capacidad de hacer), lo cierto es que, si finalmente lo hiciesen, a la FED le quedaría un margen de actuación sensiblemente menor, en lo que podría convertirse en toda una febril pesadilla para una FED que perdería una de sus armas actuales más eficaces.

Porque el hecho es que ese objetivo los “Millennials” lo tienen como Meca a alcanzar, y obviamente, mientras sus finanzas del día a día se lo permitan, van a esforzarse por tratar de conseguirlo. Así, los “Millennials” podrían empezar a convertirse en unos ahorradores natos y en cantidades importantes (al menos para su estándar de economía personal o familiar), lo cual no sólo tendría un impacto en el consumo, sino que también reduciría enormemente la efectividad de las políticas monetarias de la FED. Realmente, este punto entraría en conflicto con la característica de que sean una generación sobre-endeudada como destacaba Business Insider, pero una cosa es la situación financiera de esta generación con los 20 y 30 años que tienen ahora mismo y sus salarios actuales de entrada al mercado laboral, y otra cosa muy distinta es qué harán con su dinero conforme sus ingresos vayan evolucionando acordes a su experiencia y madurez laboral. Ahí es donde está el verdadero reto de la FED. Y que conste que desde aquí consideramos el sobre-endeudamiento una auténtica lacra tanto a nivel macro-económico como personal, y en ningún caso abogamos por él como herramienta intrumentalizable por la FED, sino como un reto en caso de que el panorama socioeconómico y financiero cambie con los “Millennials”.

Porque es que, si los “Millennials” acaban disponiendo de buenos ahorros en la cuarentena y cincuentena que atesoran para afrontar una pronta retirada del mercado laboral, resulta obvio que recurrirán a ellos cuando quieran realizar alguna compra importante (aunque sea para luego volver a ahorrar), en vez de pedir un crédito y endeudarse. La forma en la que instrumentaliza la FED los tipos de interés es que los ciudadanos tengan créditos concedidos y deudas, que le permiten a los Bancos Centrales forzar a los prestatarios a apretarse el cinturón para enfriar la economía subiendo unos tipos que les restan ingresos por pasar a pagar mayores intereses, o por el contrario pueden incentivar el consumo y el gasto al relajar su política monetaria y hacer los créditos más asequibles y aportar ingresos extra por el abaratamiento de créditos ya concedidos como los hipotecarios. Nada de esto funcionaría con la eficacia con la que lo hace en la actualidad, de probarse cierto que los “Millennials” van a ser ahorradores netos en la época de máximo esplendor de su carrera laboral (y de sus sueldos). Y no es un tema ni mucho menos menor, puesto que obligaría a rediseñar (si es que es posible) desde cero el papel de los Bancos Centrales y su intervención para regular la economía.

Las implicaciones no son pocas, puesto que si la FED no encuentra un arma monetaria anti-crisis alternativa, el resultado es que acabaremos una situación que se realimenta así misma. Así, el círculo más vicioso podría consistir en una espiral sin salida no traumática en la que los “Millennials” ahorradores deprimirían con su ahorro masivo el consumo, lo cual reduciría el crecimiento del PIB, la FED bajaría los tipos para reactivarlo sin éxito, y además los “Millennials”, conforme se fuesen retirando prematuramente del mercado laboral, impactarían en este reduciendo drásticamente una fuerza laboral que ya para entonces augura con ser escasa, reduciendo aún más el potencial de la economía, y representar un problema productivo dada la pirámide de población y las proyecciones que arroja a día de hoy.

Eso por no hablar del impacto mayúsculo sobre unos sistemas de pensiones que, la verdad, habrá que ver si para entonces garantizan algo mínimamente digno, porque lo cierto es que lo más probable es que no lo hagan. Este panorama de la inviabilidad del sistema de pensiones no hace sino reforzar la tesis del escenario del ahorro masivo de estas generaciones en el futuro, puesto que deberán ellos mismos asegurarse los ahorros para una pensión que promete ser exigua en el mejor de los casos de no cambiar radicalmente las cosas. La realidad es que no parece que la prejubilación anticipada de tantos “Millennials” vaya a ser viable para el conjunto de la economía en ninguna de sus facetas, o sea que habrá que ver qué hacen nuestros políticos para vadear este charco económico: igual optan por secarlo directamente e impedir “por las bravas” la prejubilación prematura. O eso o finalmente adoptan la solución de que los robots coticen socialmente como fuimos los primeros en proponer desde estas líneas antes que la Comisión Europea o Bill Gates: cada vez parece que quedan menos opciones para mantener nuestro sistema de bienestar rodando, y en algún momento el Pacto de Toledo y similares deberán desbloquear la situación de los robots que cotizan (que sí, la idea llegó hasta allí).

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De no hacerlo los políticos, entonces deberá ser la propia FED la que deba saber a la altura del reto, y se enfrentará a la misma disyuntiva que tantas empresas e instituciones de transformarse o morir, puesto que a lo que se arriesgan en su caso es ni más ni menos es a perder la capacidad de control y que ya no puedan dirigir la economía como debieran, resultando en que ya sólo acabarían disponiendo de un timón roto para capitanear el barco económico por las siempre turbulentas aguas económicas. Y un barco mal dirigido sólo puede ser conducido, o bien a naufragar en alta mar en medio de cualquier marejada de esas que nos traen los “cisnes negros”, o bien a encallar contras las escarpadas rocas que siempre aguardan en la costa cuando se trata de llevar el barco a buen puerto. En cualquier caso, evitar el naufragio es lo que deben intentar hacer por todos los medios (mientras los tengan), y han de hacerlo tanto para enfrentarse a las crisis venideras, como para poder salir de ellas y devolvernos a todos (los que quedemos por entonces) a puerto más o menos seguro. Pero para ello es esencial que la nave pueda ser dirigida, además de que lo hagan de forma adecuada (dejo a su elección qué se entiende por esto). Timones son amores y no buenas razones.

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