10 cosas que le pasan a tu cuerpo si caminas 10.000 pasos al día

Caminar 10.000 pasos al día se ha convertido en un objetivo popular de acondicionamiento físico, impulsado por revistas, medido por wearables y otros dispositivos tecnológicos y compartido por miles de personas que detallan su progreso a través de las redes sociales.

Hacer deporte a bajas temperaturas quema más grasa

Pese a que existen ejercicios físicos mejores y más completos, la investigación científica con la que contamos hasta el presente ha demostrado que cuantos más pasos tomemos en un día, mejor. Se trata de un hábito positivo que interrumpe el sedentarismo y la insana vida contemporánea -caracterizada por pocas horas de sueño o consumo de procesados- y que tiene un impacto positivo en casi todas las partes de tu cuerpo. Estos son sus beneficios.

10 ventajas de caminar 10.000 pasos al día

  • Impulsa la salud cardiovascular: La actividad física continuada aumenta la cantidad de sangre oxigenada que se envía a los músculos. Si quieres mantener tu corazón sano, salir a caminar es una de las opciones más sencillas y válida para todas las edades.
  • Fortalece tus pulmones: Moverse todos los días hace más fuertes tanto los pulmones como los músculos circundantes. A medida que aumenta la tasa y el volumen de oxígeno que inhala, también lo hace la capacidad de su cuerpo para usarlo eficientemente (una medida conocida como su “VO2 máx.”). Cuanto más en forma estés, mayor será su VO2 máx.
  • Mejora la concentración: A nivel cognitivo y mental, caminar propicia que liberes hormonas relacionadas con la felicidad y la satisfacción, como las endorfinas, además de incrementar el flujo sanguíneo que recibe el cerebro. Así, combatirás el estrés y la ansiedad a la vez que mejorarás tu creatividad, productividad y concentración.
  • Huesos fuertes: El deporte en general, y en especial los ejercicios de carga de peso, ejercen una presión adicional sobre los huesos, contribuyendo a la mejora de su densidad y reduciendo el riesgo de osteoporosis futura. 
  • Desarrollo de musculatura: Si quieres que tus músculos crezcan, nada mejor que deporte diario.
  • Estabiliza el azúcar en la sangre: Si estás activo a nivel físico, tus músculos usarán más glucosa en el torrente sanguíneo. La actividad también ayuda a que la insulina funcione de manera más eficiente.
  • Baja la presión arterial: El ejercicio reduce el riesgo de hipertensión, hace que los vasos estén menos rígidos y permite a la sangre fluir libremente. 
  • Más flexibilidad: Si quieres tener una buena postura corporal, ser una persona más elástica y flexible, además de menos propensa a lesiones y molestias o experimentar menos dolor muscular, apuesta por caminar 10.000 pasos al día.
  • Altos niveles de energía y mejor descanso: El practicar esta rutina diaria propicia que combatas la fatiga y el cansancio, duermas mejor y te sientas con elevada energía para afrontar las tareas cotidianas. Te permitirá combatir el insomnio y mejorar también la calidad e higiene del sueño.
  • Mejor humor: La actividad física desencadena la liberación de neurotransmisores clave como las endorfinas, la serotonina y la dopamina, todos los cuales juegan un papel clave en el control del estado de ánimo y la prevención de la depresión.

Fuente | Reader´s Digest

Encuentran la fase el sueño que controla mejor la ansiedad

Científicos de la Universidad de Berkeley han querido ahondar en el vínculo desconocido existente entre el sueño y la ansiedad. Su investigación señala una relación causal entre ambas y sugiere que la falta de sueño reduce la actividad en la corteza prefrontal, el área del cerebro responsable de la regulación de nuestras emociones.

Durante más de un siglo, los científicos han observado una correlación entre la interrupción del sueño y los trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad y la depresión. Esta nueva investigación aborda cómo el sueño puede modular los niveles de ansiedad de una persona.

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A través de medidas experimentales como la polisomnografía y la resonancia magnética funcional, el estudio muestra que solo una noche de privación del sueño ocasionó que el 50% de los sujetos del estudio informaron niveles de ansiedad al día siguiente iguales a los detectados en sujetos con trastornos de ansiedad diagnosticados clínicamente.

Las imágenes de los cerebros de los sujetos cuando se ven vídeos que provocan emociones revelaron que la falta de sueño causa una reducción en la actividad de la corteza prefrontal (PFC). Cuanto más baja es la actividad de PFC, más altos son los niveles de ansiedad que una persona experimenta.

Además, los científicos revelaron cuál es la fase de sueño que parece correlacionarse con una mejor actividad en la corteza prefrontral al día siguiente. Una fase del sueño conocida como sueño de onda lenta NREM (movimiento ocular no rápido) podría estar directamente relacionada con una mejor actividad posterior de PFC y reducciones en la ansiedad.

“Hemos identificado una nueva función del sueño profundo, una que disminuye la ansiedad durante la noche al reorganizar las conexiones en el cerebro”, explica Matthew Walker, autor principal del nuevo estudio, apuntando a que el estado de sueño profundo funciona como un ansiolítico natural actuando inhibidor de la ansiedad, precisando llegar a él todas las noches.

Una encuesta online realizada a más de 280 sujetos reveló pequeños cambios de la noche a la noche en la calidad del sueño directamente correlacionados con los cambios diarios en los niveles de ansiedad. Aunque las personas con trastornos de ansiedad ven su sueño alterado, en raras ocasiones se considera la mejora del sueño como una recomendación clínica para reducir la ansiedad. El estudio realizado por la Universidad de Bekerley no solamente establece una conexión causal entre el sueño y la ansiedad, sino que identifica el tipo de sueño NREM profundo que necesitamos para calmar el cerebro ansioso.

Otra investigación reciente hace hincapié en esta fase particular del sueño profundo, sugiriendo que durante este ciclo específico es el momento en el que el cerebro se deshace de las proteínas tóxicas a menudo asociadas con la demencia y la enfermedad de Alzheimer.

Por último, Walker destaca que el estilo de vida moderno, caracterizado por patrones de sueño más cortos e interrumpidos, ha producido un incremento en los trastornos de ansiedad, mucho más presentes en las naciones industrializadas modernas que en las sociedades pre-industriales o los países en vías de desarrollo. “El mejor puente entre la desesperación y la esperanza es una buena noche de sueño”, concluye Walker.

La nueva investigación fue publicada en la revista Nature Human Behavior.

Fuente | New Atlas